Dicen los expertos que en la cata de Muga Aro se descubren capas poco a poco. Aparece, como es tradición en Muga, la fruta madura, perfectamente integrada con los toques especiados y tostados como el clavo, la canela y la vainilla que le aporta la madera. El 30% de graciano le da un extra de acidez y vivacidad, y el resultado es un vino de Rioja con una intensidad y un cuerpo inigualable y, como por sorpresa, un agradable dulzor al final.
La culpa de este gran vino la tienen las cepas viejas de viñedos de Tempranillo y Graciano cercanas a Haro, en combinación con el saber hacer de esta bodega centenaria referente en vinos de Rioja.
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