Un vino Otazu con clase, opulento y envolvente.
El afán de la familia propietaria del Señorío de Otazu, por transmitir sensaciones culturales e históricas; por conservar un paraje y su ecosistema, con un laboreo respetuoso y próximo a la vitivinicultura ecológica; por ahondar en el terreno de las emociones a través del arte....sin duda pensamos en ello cada vez que disfrutamos de esta joya embotellada.
Apenas 2000 botellas de este vino que nos evoca los Chardonnay de la Borgoña.
Color atractivo y maduro, nariz intensa y frutal, pero con planos de toffee y acaramelados, que sin duda lo aportan la crianza en barricas de roble francés Allier, y el trabajo con lías.
Nuestro vino favorito de Otazu.